El conflicto como fuente de valor/creatividad

El conflicto como fuente de valor/creatividad El conflicto como fuente de valor/creatividad

Cuando queremos algo nuevo creamos un equipo interdisciplinar. Esperamos que la combinación de diferentes experiencias, áreas de conocimiento, información, redes de contactos y formas de hacer obre el milagro de que aparezca algo nuevo. Las bases, sin duda, están puestas. Sin embargo, la experiencia nos dice que no siempre ocurre así. El precio que pagamos por ese crisol de conocimientos y perspectivas al que llamamos diversidad es el conflicto. Y todos hemos visto o vivido cómo el conflicto puede acabar con un equipo, con un proyecto y con todas las expectativas. Tememos el conflicto hasta el punto de que uno de los problemas con el que más a menudo nos encontramos al trabajar con la cultura empresarial es la tendencia a ocultarlo o negarlo. Lo cual dista mucho de ser la solución. 

Evitar el conflicto trae más problemas de los que resuelve. Pero no solo eso. También puede bloquear la creatividad e impedir que ese equipo multidisciplinar ofrezca el esperado resultado de algo nuevo. Asumamos, pues, que de un equipo bien diseñado surgirá el conflicto.

Aclaremos primero qué es eso de "algo nuevo". En la empresa, cuando pedimos creatividad, estamos pidiendo novedad y utilidad, bien para solucionar un problema, bien para desarrollar un producto o un servicio. Para eso congregamos equipos multidisciplinares. En el momento en que los miembros del equipo se pongan en contacto, se dispararán en cada uno de ellos los mecanismos que han conseguido la supervivencia de nuestra especie en la Tierra: los detectores de amenaza y oportunidad. Afortunadamente para nuestra supervivencia biológica, pero no tanto para el trabajo en equipo, la neurociencia nos dice que estamos once veces más dotados para detectar las amenazas que para identificar las oportunidades. Incluso cuando las amenazas no son reales.

Ante la amenaza buscamos la protección de una tribu. Surge así la defensa de nuestra disciplina (físicos contra ingenieros) o de nuestro departamento (márketing contra TI), para la que, a menudo, nos ayudamos de nuestro lenguaje específico, alejando la posibilidad de que la tribu contraria llegue a entendernos gracias a nuestra jerga o nuestros tecnicismos. Aparece también la categorización social (el "nosotros" contra "ellos") y la necesidad de demostrar valor y conocimiento para ganarnos la protección que la tribu nos brinda. El ecosistema ideal para cultivar el conflicto está servido. Pero no tiene por qué ser pernicioso. La nec...